Anecdotas 2
Coladero informático
Durante unos cursos en un colegio, estuvimos usando internet en la clase. Sin embargo, estuvimos a escondidas, usando nuestras cuentas de hotmail. Pero ¡Ay! Por desgracia, se nos olvidó quitar la opción de inicio automático. Por ello, cuando estábamos en nuestras casas, nos encontrábamos con extrañas sorpresas. De inmediato, ví, que un tal "El pelao", había cambiado mi nombre, y puesto el suyo. Se me reiniciaba y apagaba, con frecuencia. Un día, mi sobrino, al que tenía agragado, empezó a quejarse.
-¡Tioooo! Deja de gastarme bromas.
Como quiera que él estaba en el ordenador del otro cuarto, me acerqué, y le dije: Ese no soy yo.
De inmedito, ví que el suplantador, preguntaba a mi sobrino:
"¿Tú quién eres?
A lo que respondí:
"Soy tu jefe".
La respuesta fue:
"Ja,ja,aja".
Y añadí:
"Tú eres un alumno del colegio ----, y estás en clase de informática ¿Verdad?"
De inmediato, se cortó la comunicación, ante la risa de mi sobrino y yo. A saber, si ese alumno, me tomó por algún pez gordo.
¿Qué hora es?
Fue cerca de primavera de 1.985, probablemente un martes. Ese día no tenía inglés, y me fuí a la biblioteca a leer. Cogí un libro sobre la 2ª guerra mundial. Estaba leyendo la descripción de la persecución y hundimiento del Bismarck. De repente, noto un malestar. Era como un terrible mareo. Las letras del libro, me bailaban, y no podía leer. Levanté la cabeza, y miré al frente. Me dí cuenta de que una adolescente, de unos 14 años, me estaba mirando fijamente. Entonces, me preguntó:
Oye ¿Tienes hora?
Sí, son las 7 de la tarde.
Muy contenta, se acercó a su amiga, al tiempo que le decía:
¡Ay! ¡Me ha dicho la hora! ¡Me ha dicho la hora!
Me dejó helado ¿Tenía mi malestar algo que ver con el amor juvenil de esa chica? Diría que sí.
¿Tarde de fiesta?:
Era en primavera de 1.981, más o menos. A mi primo, un compañero de clase, le acababa de presentar un amigo, al que llamaban “Koke”, o algo así. El susodicho “Koke”, era un charlatán caradura de cuidado. Al poco de conocer a mi primo, pretendió, que hiciéramos una fiesta, los miembros de su pandilla, y los de la suya, en una casa, que tenía vacía. A mi primo, no le gustó esa confianza, y le dio largas. Que si su madre no quería....que si los vecinos se iban a quejar de la música, etc.
Koke, consiguió convencerlo para que se lo pensara. De hecho, sin haber llegado a un acuerdo, quedamos en ir, llevando cada uno sus cintas de música. Las bebidas, se comprarían luego. Fuimos. Pero mi primo, no estaba convencido ni mucho menos. Después de llegar nosotros, fueron llegando los amigos de Koke, quienes se asustaron al vernos. Teníamos un aspecto melenudo-greñudo, típico de los heavy-metaleros, al contrario que ellos, que iban más elegantes.
Mi primo, discutíó con Koke. Unas veces, parecía que iba a ganar uno, y otras, el otro. Los amigos de éste último, no se sintieron molestos si finalmente no había fiesta...Si no podía ser, no podía ser J . Mientras ellos hablaban, uno de mi grupo, le preguntó a un amigo de Koke:
-Oye ¿Qué grupos de música habéis traido?
A lo que respondió literalmente:
-“Asedese” y “motorjí”. O sea, “AC/DC” y “Motorhead” (en inglés, se pronuncia distinto, a como lo dijo el chaval).
Cuando parecía que mi primo, iba a ceder, llegaron unas chavalas que venían con el grupo de Koke. Mi primo las reconoció. Un día quedó con ellas para conocer a una, y lo dejaron tirado.
Entonces, se encerró en si mismo, y dijo que no. Rotundamente no; para desesperación de Koke (y alivio de sus colegas J ). Mientras éste hablaba con ellos, sobre lo que hacer, mi primo se acercó a las chavalas, y les dijo:
-¿Os acordáis del día que me dejastéis tirado?
-Sí, respondieron ellas.
-Bueno, pués he estado a punto de cambiar de opinión, pero al veros llegar, he decidido que no va a haber fiesta.
-Ya nos lo hemos imaginado. Respondieron con tristeza.
Cuando se fueron, nos echamos a reir. Nos hizo especial gracia eso de “asedese” y “motorjí”. En nuestra opinión, esa gente no llevaba ese tipo de música, sino que lo dijeron, para que no nos burláramos de ellos.
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Príncipes y mendigo:
Esta anécdota la escuché hace varios años. Una mujer, se la estaba contando a su amiga:
“Estábamos dentro del autobús. Entonces, entró un mendigo muy conocido, y muy simpático, que se puso a pedirnos limosna. Luego, se bajó, y se despidió amablemente de nosotros. Entonces, escuché una conversación, entre dos hombres. Eran extranjeros, y como tú sabes, mi marido, y yo, nos fuimos a trabajar a ese país, hace varios años.
Estaban diciendo lo siguiente, por supuesto, en su idioma:
-¿Has visto ese mendigo que ha entrado?
-Sí, es uno de los muchos mendigos que hay por aquí.
-Eso es, España, está llena de ellos.
No me pude aguantar, me dirigí a ellos, y les hablé en su misma lengua. Les dije, esto:
-Buenos días, señores. Sí, tienen razón. En España, hay muchos mendigos. Pero en su país, también los hay, y en mayor cantidad que en España. Pero hay otra cosa más. Además de mendigos, allí hay muchos hijos de p*t*.
Unas monedas especiales
Hace tiempo, me contaron ésta anécdota:
En una calle, estaban haciendo obras. No muy lejos de allí, había una joyería. En eso, que el joyero, ve entrar a uno de los trabajadores de dicha obra, con mucha prisa, al tiempo que enseñaba una bolsa de plástico, mientras se asomaba nerviosamente a la calle.
-Buenas. Vengo de las obras de allí, y me he encontrado éstas monedas ¿Cuánto me da por ellas? ¡Pronto! Antes de que el capataz se dé cuenta, de que me he ido.
El joyero, les echó un rápido vistazo, y pagó al obrero, lo que creyó conveniente. Cuando se marchó, cogió la bolsa, y se llevó una desagradable sorpresa. Las monedas, eran de escayola pintada.
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Esos adorables chiquitines
Una mujer, que trabaja en la casa de una conocida mía, me contó la siguiente anécdota:
“Estaba limpiando el suelo, cuando de repente me veo a la hija de la dueña. Tenía, 4 años. Se quedó mirando el suelo, como si quisiera pasar. Así que le dije:
“Oye, no vayas a pisar ¿Eh? Que el suelo está limpio”.
La niñita, al oir eso, sonrió, y pegó un fuerte pisotón. Le grité.
“¡Niña! ¿No te estoy diciendo que no pises? ¡Estate quieta ya!”.
Así que volvió a pisotear otra vez.
Cuanto más le gritaba, con más maldad pisaba. Lo cual significaba más trabajo extra. Harta ya de que la niña, se pusiera a bailar un zapateado, en la parte limpia, y dándola por imposible, me desesperé, y aprovechando que la madre había salido, le dije un disparate:
“¡Mira niña. Que te den por el culo!”
Entonces, la “simpática” niñita, para rematar la faena, se dio la vuelta, y se puso a darse palmaditas en su culito”.
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Enfado....¿Injustificado?
Recuerdo, que cuando estudiaba F.P. los de una clase dábamos las asignaturas comunes con los de otra. Uno de la otra clase, parecía haberla tomado conmigo, medio en serio, medio en broma, y de vez en cuando, me soltaba comentarios extraños, con cierto aire hostil. Pero lo curioso, es que no me conocía de antes ¿O tal vez si? Después de todo, reconozco que tengo muy mala memoria.
El enigma, me fue revelado a final de curso, cuando un compañero me lo explicó:
“El mosqueo que tiene contigo, se debe a un examen de matemáticas, de principio de curso. El se sentó a tu lado, y como te vió escribir muy decidido, se creyó que tu eras un empollón. Muy contento, se copió de tí. Y ya se disponía a entregar su examen, cuando vió que tú te pusiste a rectificar, y a tachar. Se quedó de piedra. Por supuesto, suspendió.”
Sonreí. En efecto, me acordaba de ese examen.
Un profesor muy estricto
Erase un profesor de matemáticas, de apariencia muy seria, pero que era una gran persona. Sin embargo, tenía un defecto...o virtud; según se mire: No permitía que en su clase, llegaran tarde los alumnos poco estudiosos. Si lo hacía, un alumno normalito, miraba el reloj, y decía:
-Puede usted entrar, pero a ver si llegamos antes.
Sin embargo, cuando eran los golfos de la clase, su actitud era completamente distinta, y no los dejaba pasar. Como quiera, que la mayoría de las veces, dichos alumnos, juraban y perjuraban que era temprano, no porque quisieran dar clase, sino para llevar la razón; el profesor, les decía más o menos lo siguiente:
-Son las 9 y 5 minutos. Si fueran las 9 y 3 como máximo; lo dejaba entrar. Pero como usted insiste en que es temprano ¡Me juego con usted el aprobado de todo el curso a que ha llegado tarde!
El aturdido alumno, pedía que se lo explicara mejor. No daba crédito a lo que oía. El profe, divertido se lo explicó:
-Sí, hombre. Usted me demuestra, que mi reloj está adelantado, y le apruebo toda la asignatura de matemáticas, de éste curso. Pero si pierde, le suspendo hasta septiembre.
Era entonces, cuando el pobre golfillo, abrumado por los acontecimientos, daba la vuelta y se iba. El profesor, sonriente, insistía.
-¿Qué? ¿Ya se va? ¿No quiere jugársela? Con lo decidido que me dijo que era temprano ¿Ahora va a resultar que no está tan seguro?
Una compra muy moderna.
Era a mediados de los 70. La moda de entonces, era ir a Ceuta a comprar cosas "modernas". Los gaditanos, aprovechábamos la festividad de la Patrona, el día de la Virgen del Rosario, para ir (actualmente, vamos a Gibraltar ;) )
Mi padre compró un casette pequeño, que era con radio y despertador. lo guardó en la maleta, camuflado para que en la aduana, no le hicieran pagar más dinero.
Entramos en el autobús, nos sentamos. Justo en ese momento, sonó la radio despertador a todo volumen. Nos quedamos de piedra. Si hubiera sonado, cinco minutos antes, nos habría delatado en la aduana.
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Cuidando el agua
Allá, por 1.981, estando de campamento, en Cazorla con los scouts, recuerdo que una de las preocupaciones de los cocineros, era el agua. No se fiaban, y tenían que desinfectarla. Creo recordar, que para una desinfección, había que echar dos gotas de lejía, cada 20 litros, o ¿Eran 40? Lo cierto, es que la cantidad, les supo a poco, y se les fue la mano.
Poco tiempo después, casi todo el mundo, cogimos unas diarreas, terribles.---------------------------------------------------------------------------------
¡Bombardeo!
Era por el año 1.992 aproximadamente, en Sevilla. Unas amigas de mi hermana, estudiaban. Hacía una terrible calor en el interior de la pensión. El Sol bombardeaba sin piedad, a las pobres estudiantes. Por eso, decidieron ponerse, cerca de la ventana, para que entrara el aire. Pero como eso les supo a poco, pusieron un ventilador.
De repente, una ráfaga de viento, cerró bruscamente la ventana....¡Llevándose de camino el ventilador hacia la calle!
Cuando las chavalas llegaron abajo, vieron su ventilador, destrozado, como si fuera un avión de la segunda guerra mundial, derribado. No muy lejos, estaba un hombre, que les dijo lo siguiente:
“Estaba yo andando tan tranquilo, cuando escuché un fuerte portazo ¡Y menos mal que me dio por mirar hacia arriba! Porque vi, ese ventilador, caer justo encima mía. Tuve que aligerarme para que no me diera. Si no, me mata”.
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Una mañana en la azotea
Recuerdo, que era muy pequeño. Tal vez, cuatro o cinco años. Estaba con mi madre en la azotea, tendiendo la ropa. Entonces ví, una piedra, que estaba debajo del palo que sostenía los tendederos. Así que, me dio por coger la piedra, y tirarla a la calle, aprovechando una distracción de mi madre. Al rato, subió un guardia de esos a los que llamaban “calimeros”, acompañado de una anciana. Esta venía quejándose, de que faltó muy poco para que le cayera la piedra encima.
No me castigaron, pero me asusté.
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La duda de Manolito
Un día, un compañero de clase, llamado Manolito, tuvo una duda. No era nada de estudiar. Era una duda, que puede tener cualquiera. En éste caso, me preguntó:
-Oye, a ti que tanto te gustan los aviones, y todo eso ¿Qué es un “Skywalker”?
Me encogí de hombros, curiosamente, ese nombre me sonaba un montón, pero no acertaba qué clase de avión podría ser. Todo lo más, que recordaba, era el “Sikorsky”, un helicóptero de transporte, que participó en la guerra del Vietnam. Pero no iban por ahí los tiros.
Como no supe responder su enigma, preguntó a varios compañeros, con el mismo resultado: A todos les sonaba el nombre un montón, pero.....
Lo peor del caso, es que dentro de un par de horas, teníamos un examen. El profesor de la clase siguiente, tuvo el detalle de dejarnos estudiar para el examen. Manolito, estaba detrás mía. Yo le escuchaba susurrar.
-Skywalker........... ¿Qué será un Skywalker?.......¡Ah!
Su compañero de al lado, aprovechó que el profesor salió un momentito, para decirle:
-¡Manolito con tu Skywalker! ¡Por tu culpa me estoy calentando el coco, y no puedo concentrarme! ¿No se te pudo ocurrir en otro momento preguntar por el dichoso Skywalker, ese? No, si verás como por tu culpa, hasta voy a suspender.
No fue el único, otros de alrededor, dijeron lo mismo. Manolito, en silencio, se encogió de hombros.
Entonces me acordé: Skywalker, era ni más ni menos, que Lucke Skywalker, el protagonista de la guerra de las galaxias. Así que se lo dije, para satisfacción de Manolito, y alivio de los demás, que por fin, pudimos estudiar tranquilos.
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Una tarde en el parque
Era una tarde de verano, creo del año 1.974. Yo tenía 11 años. Acababan de inaugurar el parque infantil de S. Severiano, muy próximo a la entonces droguería de mi padre. Anteriormente, era un hermoso jardín abandonado. Creo con gran probabilidad, que era jueves. Había mucha gente. Recuerdo que había un enorme tobogán, al que quería subirme. Al hacerlo, lo hice con dificultad. No muy lejos de mí, estaba una prima de mi madre, acompañándome. Entonces, noto una mano fuerte en el hombro. Lo primero que se me ocurrió pensar, es que era uno de los amigos graciosos del barrio, que me quería empujar o dar un susto. Por ello, le dí un manotazo, sin molestarme en mirar atrás. Entonces, oí un vozarrón:
“¡Eh niño! ¡A ver si tenemos mejor educación!
Volví la cara, y...¡Sorpresa! Detrás mía, había al menos tres personas vestidas con corbata y chaqueta. La más próxima a mí, era manco, y tenía cara de asombro. Los otros dos, uno me miraba con seriedad, y el otro me regañaba. Todos me miraban. Asustado, decidí seguir en el tobogán, y salir pitando de allí. No sabía quienes eran, pero me temía que eran peces gordos. Aún tuve tiempo de oir como le armaban la bronca a Paqui, a la que confundieron con mi madre. Entonces fui a la droguería, que por cierto estaba llena de clientes. Ya se habían enterado de lo ocurrido, y le decían a mi madre:
“Mira Isabel, ahí está tu hijo: Le ha pegado al alcalde”.
En efecto, ese hombre manco, era Jerónimo Almagro Montesdeoca, alcalde de Cádiz.
Me pasé toda la tarde en la droguería, en un rincón. Esperando que de un momento a otro, me llevaran a comisaría, tal y como decía mi madre que iba a suceder. Afortunadamente, no pasó nada, pero el susto me lo llevé. Un fotógrafo gaditano, Juman, al parecer tomó una foto del suceso. Mi madre se la pidió, pero no se la quiso dar ni vender.
Mira que pasarme esto a mí, con lo tranquilo que soy. Está visto; tiro una piedra al aire y derribo un avión.
--------------------------------------------------------------------------------------------Partiendo botellas
Partir botellas, era nuestra diversión favorita. A mi primo y a mí, nos gustaba pasear junto a la vía del tren, y romperlas. Con frecuencia encontrábamos cosas interesantes. Un día de Semana Santa de 1.984, fuimos también. Encontramos unos interesantes dibujos abandonados, hechos con lápiz grueso. Nos los quisimos quedar, pero ensuciaban mucho. Así que pusimos las botellas, junto a la vía. Con éstas, colocamos un enorme y grueso cenicero mellado de oficina. Me pregunté cómo lo íbamos a romper. Se veía muy duro. Cogimos las piedras. Yo me dirigía a coger las mías, cuando oigo la voz entrecortada de mi primo, decir:
“¡An...toni...o!”
En eso, me llevé un susto de muerte. Ví salir al tren, muy cerca de mí. Nos habíamos colocado en un sitio peligroso y de poca visibilidad. Las botellas que estaban puestas de pié, cayeron junto a la vía, y sin que el tren las tocara, reventaron por la boca. Recuerdo que me asusté, creyendo que el cenicero fuera a descarrilar al tren. Pero no . el tren le destrozó en pedazos muy pequeños. El conductor, me miraba entre asustado, y con odio. Era un lento mercancías. Delante de mí noté una brisa aterradora. Si hubiera dado dos pasos, me habría arrastrado. Y si en lugar de un mercancías, hubiera sido un tren rápido.....
Cuando se fue, nos quedamos mirando asombrados al prácticamente desintegrado cenicero, así como a las descabezadas botellas. Nos fuimos a otro sitio, donde tuviéramos más visibilidad.
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2 comentarios
monocamy -
Yo agarraba los botones de la cesta de costura de mi abuela y los tiraba contra la fachada, para que fueran rebotando y chocándose con cristales, barrotes de balcones y cables, clin clan clin clon clan...
Me gustaron mucho las anécdotas. Y la máquina del tren, esa que ilustra el post, también me trae muchos recuerdos porque frente a mi ventana estaba la estación de Orense y muchas noches me quedaba viendo llegar los nocturnos y los de mercancías. Contaba los vagones, a ver cuántos traía. El récord creo que fue un expreso con más de veinte :O
:D
Una mirada... -
Saludos.