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La casa de las chapuzas

Trabajando en la playa

Trabajando en la playa                                                                          
Recuerdo que fue un día del mes de julio del 2.001, cuando me llamaron a trabajar. Me enteré de una forma algo accidentada. En aquellos días, no funcionaba bien la cerradura de mi buzón, y más de una vez, se me había atascado la llave. Así que como no preveía nada interesante a la vista, dejé de comprobar si tenía correo. 
Si lo hubiera hecho, habría llegado a tiempo de recoger un aviso. Así que como era sábado por la tarde, y correos no abría hasta el lunes, estuve todo el fin de semana absolutamente intrigado sobre quién pudo habérmelo enviado, ya que no ponía remitente.
 
Nada más llegar, pude ver que era una citación en el INEM, para dentro de media hora aproximadamente. Tenía el tiempo justo.
 
Al llegar, pude saber, que me habían contratado para realizar unos trabajos de limpieza de playa, y que debía presentarme en el ministerio de costas. Allí me informaron de que debía permanecer atento, ya que aunque no sabían la fecha, muy pronto me llamarían.
 
El día de la contratación, pude ver que si no era el más joven ,al menos era uno de los más. En efecto, era el segundo más joven de las 30 personas que había allí, y curiosamente, el más viejo, era tío de el más joven.
 
Había tres mujeres, pero una de ellas, se negó a aceptar el trabajo. Ella estuvo antes en una mercería, y le pareció muy chocante coger una escoba y barrer los módulos.
 
A la primera semana, nos cambiaron de encargado. Lo destinaron a limpiar la Caleta, junto a varios más. Nuestro nuevo jefe, era un hombre, que hablaba muy bajito. Al parecer, un error de operación, le había dañado las cuerdas vocales.
 
Nuestro sector a limpiar, era la parte de cortadura hasta el llamado chiringuito de la Gallega, actualmente, derribado. Pese a pertenecer a Costas, actuábamos en coordinación con la empresa de limpiezas "UTE". Llevábamos uniformes de color celeste, y pantalones azules. El horario fue muy variable, e incómodo. Nos levantábamos de madrugada, y nos recogíamos entre las dos de la tarde y las tres, según la hora.
 
El segundo día de trabajo, uno de los compañeros, no asistió. Nos enteramos que había fallecido su mujer. Cuando vino, y comentó los datos de su fallecida esposa, caí en la cuenta de que la conocía de pequeña. Le pregunté al viudo, y en efecto, era ella.
 
Otro de los compañeros a destacar, era un venezolano. Era muy discreto, pero con el tiempo, nos contó su vida. Su esposa, era española, al parecer de Málaga. Vivía con él, en Venezuela. Allí se ganaba la vida de vendedor ambulante. Al parecer, era un buen negocio. Un día, le salió un atracador, que a punta de pistola se quedó con su mercancía. Para él, era algo normal; simple mala suerte. Pero para su esposa y sus suegros, no. Así que para evitar que volviera a ocurrirle algo semejante, se vinieron a España. Allí encontraría otro trabajo. Resignadamente, y muy a su pesar, se vinieron a vivir a Cádiz. El viudo y él, estaban en constante discusión, y es que, tenía experiencia de marino embarcado, y de haber visitado Venezuela. Uno y otro, discrepaban sobre el ambiente que se respiraba allí, en tiempos anteriores. Al venezolano, le gustaba asistir a misa. Decía que los curas españoles, eran más realistas que los de su tierra. Allí, todos los males, se lo achacaban al diablo, mientras que en España, le ponían nombre y apellidos a los culpables de dichas desgracias. No era lo que se dice un buen compañero. Se quejaba de todo, y cuando veía alguna basura algo alejada de él, nos decía que la cogiéramos nosotros.
 
No menos divertidas me resultaban las paranoias de ese hombre. Un día le dio por advertirnos, sobre el peligro de relacionarse con sus vecinas las colombianas. A su entender, eran muy poco de fiar, decía exageradamente alterado.
 
Nos dejó a la cuadrilla asombrada, ningún argumento que dijéramos en defensa de dichas mujeres, le eran válidos. Y sus razonamientos, muy pobres, absurdos, y llenos de incultura. Creo que semejantes críticas, son normales entre vecinos. Nosotros a las francesas, las ponemos poco menos que de prostitutas. Si un inglés, dijera a otro que se ha enamorado de una española, se burlaría de él, y lo pondría de cornudo.
 
Me hizo mucha gracia el sofocón que cogió. De todas formas, y salvo por el reciente Internet ¿De dónde iba a sacar alguien tan casero como yo, una mujer colombiana? ¿Tan peligrosas son? Es que tiene gracia el tipo éste. Eso pensaba, a finales de verano del 2.001
 
Recuerdo, que con el dinero que cobré, me compré un ordenador, con acceso a internet. También recuerdo, que diez días después, sucedió el trágico 11 de septiembre. De inmediato, me acordé de Bin Laden. Aunque no sabía su nombre de memoría, sí recuerdo haber leído varios meses antes, en la revista “El semanal”, que los yanquis, estaban detrás de él. No hace falta decir, que al día siguiente, no se hablaba de otra cosa entre nosotros.
 
Poco tiempo después, se acabó el verano, y la basura a recoger, era poca. De la UTE, tampoco nos llegaba la furgoneta para trasladarnos. Teníamos que ir andando. En diciembre, acabaríamos el contrato.
 
Un día, de elecciones sindicales, nos llamaron de comisiones obreras, para que les votáramos a ellos. Antes, nos dieron un discurso alentador, animándonos a reconocer nuestros propios derechos.
 
-Señores, ustedes son trabajadores de limpieza de playa ¡Y os lo tenéis que creer!
 
Al poco, me accidenté, al mover unas piedras. Me rajé un dedo, y estuve de baja 3 días. Otro compañero, se cayó un día de la moto. Al verlo con la cara llena de sangre, le dije que se diera de baja también. A lo que respondió:
 
-¡No! Porque si lo hago, me tocará estar en el bar de mi suegro, y aquí estoy mejor.
 
No era el único que tenía otro trabajo, aparte del de limpiador.
 
Como ya faltaba poco para finalizar el contrato, decidimos reunirnos con los de comisiones obreras, Entre nosotros, había otros trabajadores de Puerto Real. Varios, dijeron que cuando estuvieron de baja, se lo descontaron del sueldo, cosa que no nos pasó a nosotros. Cuando el representante de comisiones obreras nos habló, nos dio pocas esperanzas de renovación del contrato. Uno de nosotros, sugirió que escribiéramos una carta a la alcaldesa, sugiriendo que nos contratara por dos meses más, para poder cobrar el paro. Eso se hizo.
 
Pocos días después, varios compañeros, presentaron la carta a la alcaldesa. Esta al leerla, dijo estar muy interesada en nuestro asunto. Claro, que una cosa es estar interesada, y otra, contratarnos. Así que llenos de esperanzas, terminamos nuestro contrato, celebrando una fiesta de despedida el último día...Porque ese fue efectivamente, nuestro último día en aquel trabajo.

1 comentario

Maria carlin -

La búsqueda de empleo puede llegar a ser una tarea tediosa o desesperante según la situación de cada uno, mi experiencia me dice que es mejor seguir apostando por los portales de empleo, si son especializados mejor. La ventaja son los muy claras: diversidad de ofertas que cubren mis espectativas que van desde la máxima (mi aspiración de un trabajo ideal) a la mínima (trabajo con el cual me conformaría). Por otro lado están los servicios añadidos que ofrecen, por ejemplo hace poco me inscribí en http://www.contactosdetrabajo.com y periódicamente recibo un resumen de las ofertas de empleo publicadas del área que me interesa, de esta manera puedo en un momento recibir (y no buscar) las ofertas que me interesan además de saber por deducción cómo se está comportando el mercado de trabajo en mi sector.

Saludos y mucha suerte