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La casa de las chapuzas

Yo y el duende (ARTICULO)

Yo y el duende (ARTICULO) Yo y el duende

Si alguno de los que me leéis, pensáis que ese relato es sobre esos seres fantasmagóricos que se dice, habitan en algunas casas, molestando a sus moradores, se equivoca. El relato puede decirse que empieza allá por 1.975, año en el que estaban muy de moda los cómics de los héroes marvel. Eran en blanco y negro, pero no nos importaba en absoluto.

En el interior de unos dulces, de la marca “Cropan” (no se si aún existe), venían de regalo las estampitas de los más conocidos héroes y villanos de la factoría marvel. Yo tenía algunos, no todos, y el que no lo tenía, lo conocía de habérselo visto a algún amigo. Bueno, todos, menos uno: El duende verde.

Qué poco sabía yo de la historia sobre ese personaje. Más bien era nula. En el album hacía una muy breve descrición, en el que decía que utilizaba un artefacto para volar. Yo daba por hecho que usaba ese gorrito de bufón, sobradamente conocido en los cuentos de hadas y duendes.

Mi heroe favorito era y es Spíderman. El duende verde era su enemigo. O mejor dicho, su más tenaz enemigo, pero no adelantemos acontecimientos. Yo eso no lo sabía. Mi primo L.J. Se burlaba de mis preferencias.

¿Cómo puede gustarte ese debilucho de Spíderman? El mejor es el capitán Marvel.

Pero ya podía decir lo que quisiera que no me convencía. Peor aún. Sabiendo mi ignorancia, se atrevió a decir que un día de viento, vió volar muchas estampitas de los héroes marvel ¡Y todas eran del duende verde! Por supuesto que si lo hubiera sabido me habría cogido alguna.

Así era él, bromista de nacimiento. Pregúntale por tal película. El la ha visto. Y tenía tanto ingenio que si se equivocaba, te hacía un lío de que si dije digo y no Diego, y al final parecía que el equivocado eras tú.

Pasaba el tiempo, y del duende nada. Un amigo de confianza, me dijo que a él no le llamaba mucho la atención, pero se había fijado que tenía un triángulo. Esa información la veía un poco rara ¿Qué era ese triángulo? ¿Tal vez alguna insignia en la ropa? Como es natural, me gustaba pintar, y no me privaba de pintar a los super héroes, con un arte más o menos dudoso. Pinté a Spiderman con nariz de mortadelo, y al duende, bueno, mi versión del duende llevaba el típico traje de bufón con flecos alrededor del cuello, y unos dientes de castor. No le faltaba un cohete volador que accionaba con los pies, al igual que los pedales de una bicicleta. Un día, a principio de 1.976 fui al cine, a ver la recién estrenada película “tiburón”. Pasé miedo, pero me gustó. Sin embargo me preocupaba el verano ¿Qué pasaría cuando me fuera a bañar en la playa? Seguramente miraría debajo de mí para que no me comiera un tiburón.

Tales especulaciones fueron totalmente inútiles. Un día me mojé al salir a dar una vuelta. Pensé que no tenía importancia y seguí. Me puse hecho una sopa. Poco tiempo después, el profesor de gimnasia nos hizo hacer ejercicio en el patio, pese a que llovía un poco. Sea por mi imprudencia, o por la de él, lo cierto es que en Semana Santa estuve muy malo. Pero me curé, o eso creía, porque una semana después, aproximadamente, salí de clase muy mal. Había cogido una “pleuresía” creo que se llamaba, o sea una especie de pulmonía sin llegar a serlo. El tratamiento como no; a base de inyecciones. Los primeros meses 3 diarias. Ya me sabía de memoria que la que ponía estreptomicina no dolía, pero la kefol sí.

Un día vino mi padre me trajo un tebeo de Spíderman. Eran 2 aventuras. La primera era luchando contra “Misterio”. Un siniestro individuo con escafandra de astronauta. Y cuando pasé la página para ver la segunda aventura....¡Ahí estaba él! Sí, lo habéis adivinado ¡El duende verde! Todo majestuoso y lleno de gloria montado en un cohete, tirándole bombas a Spíderman. Claro que me extrañó un poco. El álbum ponía que llevaba un artefacto volador acoplado a los pies ¿Y el triángulo del que me habló Juan Manuel? A lo mejor era su gorrito.

Una semana después, Juan Manuel en persona me sacó de dudas, traía otro tebeo de Spíderman, peleando contra.....¿Quién va a ser? El duende verde, pero atención. En esta ocasión llevaba otro modelo de artefacto volador. Tenía forma de murciélago. El triángulo era su cabeza. También traía una estampita. Ya lo habréis adivinado, sí señor. Era esa que tanto se me resisitía. A un compañero de clase le había tocado, y no dudó en dársela para que me la trajera.

Yo fui mejorando, pero andar se me hacía pesado. Parecía que tenía una armadura puesta. El médico había dicho “reposo absoluto”. Durante esa enfermedad, aprendí muchas cosas. Entre ellas, echaba de menos el colegio. Me preguntaba a mí mismo si me había vuelto loco. Pero era la realidad. Cualquier cosa era preferible a quedarse solo. También aprendí un poco de costura. Bueno, eso es un decir. Mi madre me dio un trozo de tela de una falda escocesa, y con ella le hice a mis Geyper man, un traje de Spíderman, al más puro estilo compadre, y con la capucha desflecada.

¿Y el duende? Ese sería otra figura de Drácula, más pequeña, a la que le hice un peto rojo, y le recorté un triángulo azul en memoria del duende imaginado por mí, basándome en la descripción de mi amigo. No era de esperar que yo supiera mucho de costura y por supuesto hacer un traje parecido al duende de los cómics.

Tampoco me faltaban deberes. Mi padre iba todos los días a recoger la tarea al colegio, y en casa la hacía. También tuve la “suerte” de que mis primas, que vivían dos pisos más abajo, subieran por las tardes a ayudarme. Recuerdo que me pasé bastante tiempo aprendiéndome los hechos de los conquistadores españoles, también leí por primera vez mi primer libro completo; “la isla misteriosa” de Julio Verne. Todo esto que cuento ocurrió entre finales de abril y septiembre de 1.976. En junio cumplí mis 13 años, y me permitieron ir al cine, a ver una película muy tonta, titulada creo “falsa alarma”. Pero que me gustó. Yo lo que quería era estar en la calle.

También al principio tuve un momento dramático. Mi enfermedad coincidió con la operación de un pié de mi abuelo. Se la ocultaron para que no se disgustara más, pero no se lo pudieron ocultar por mucho tiempo. Un domingo, mientras mi madre fue a verlo, noté que me costaba respirar. Temiéndome lo peor, le dije a mi padre que llamara a mi madre.

Esta acudió de inmediato, pese a la distancia. Tal fue su rapidez que me sorprendí y me recuperé. Había venido en taxi. El taxista le dijo que en casos como el mío convendría tener una bombona de oxígeno por si me fallaba la respiración. Así fue. En los astilleros le dejaron una. Y me salvó de algún que otro disgusto los primeros días. A pesar de todo, permaneció conmigo hasta que me curé. Curiosamente, la bombona me recordaba al primer artefacto volador del duende verde. El fue mi inspiración y el que hizo leve mi enfermedad. Tampoco me olvido de mi abuela que se quedaba conmigo, ahí sentada enfrente mía, prácticamente en silencio todo el día. Eso sí que era paciencia.

Bien, ese es mi relato. La historia del duende verde no. Pese a los años, de vez en cuando busco en el Google cosas relacionadas con él o con los héroes marvel. Como ya dije, esta no es una historia de fantasmas ni nada parecido. Daos cuenta, si el título es yo y el duende, es porque yo soy el que busca al duende. si se titulara el duende y yo, pués mal asunto, significaría que es el duende el que me busca a mí.

El duende y yo es el título de otro relato,

2 comentarios

Brujilda -

Y yo que pensé que el duende verde era el malo de la película actual, o será qué no recuerdo, haber visto o leído spiderman cuándo chica?, bueno ahora lo veo... me relajan las caricaturas. Uhmmm, ahora recuerdo, yo coleccionaba revistas de Tío Rico, Pato Donald y por supuesto Condorito.

pitijopo -

Esos pasteles de Cropan, se llamaban Búlgaros, me acuerdo del anuncio en la tele: "con búlgaros cropán se relamerán". En cuanto a los libros de Marvel en aquella época yo también me los leía me gustaba también Spiderman pero casi más los 4 fantásticos. Saludines.