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La casa de las chapuzas

En marcha con los scouts (ARTICULO)

En marcha con los scouts (ARTICULO) Cuando estuve con los scouts ocurrieron muchas anécdotas, sobre todo en los campamentos. Mi primer campamento fue en julio de 1.975, en Benaocaz (Cádiz). Tenía 12 años recién cumpliditos. Sin embargo solo estuve 10 días en lugar de los 15 establecidos. El motivo; la nostalgia. Todo se ve muy bonito, pero cuando ves que tus padres se van, te entra una tristeza con la que no contabas. Así que tanto mi primo como yo, decidimos llamar a nuestros padres para que fueran a recogernos. El decía que no era por nostalgia, sino por otra razón. Téngase en cuenta, que éramos unas 30 personas, pero la mayoría eran mayores que nosotros, y con frecuencia nos gastaban bromas, sobre todo nos escondían la ropa y los tebeos. Recuerdo que teníamos 4 tiendas para unas 8 personas cada una. La mía había sido bautizada con el nombre "Alerta". Sin embargo, no éramos scouts, ya que durante ese tiempo éstos dejaban ir a sus campamentos a gente ajena a ellos.

Durante un par de años me olvidé de los campamentos, pero mi hermana que se metió a scout, fue también de campamento a Benaocaz, creo que fue en 1.977. Yo la acompañé de visita. Todo estaba muy cambiado, y casi me estaban entrando ganas de quedarme. Al fin y al cabo, eso fue mi hogar durante 10 días, y la naturaleza me llamaba.

Por fin en 1.979 fuí de campamento al Bosque. Este iba a ser mi mejor campamento pese a la tristeza que me entró. En esta ocasión era debida a un canario al que le teníamos mucho cariño, y de alguna manera presentía que le iba a pasar algo malo durante mi ausencia (no me equivoqué, se murió, tal vez de viejo). Me ocurrió una cosa muy digna de ser contada, pero ésto lo dejaré para otro relato.

Siguiendo con mi "currículum" de campamento, menciono a Cazorla, en 1.980. En ésta ocasión, no dejaban entrar en el grupo a gente que no fuera scout, ya que en 1.979 se habían producido muchos robos. Yo no lo era, pero como mucha gente me conocía del colegio, y mi hermana sí, me dejaron ir con la tropa, al igual que en 1.979....Pero con el cargo de pinche de cocina. No penséis que eso es una deshonra ¡Qué va! Tampoco creáis que me explotaban ni me hacían trabajar como a un esclavo. Nada de eso. Los cocineros y padres que habían ido voluntarios para ayudar se portaron muy bien conmigo. En realidad lo más gordo era por la mañana y un rato por la tarde, llenando pesadas cacerolas de agua limpia y fregándolas. Pero atención; cuando un chaval va de campamento, lo hace para hacer amigos y participar en sus actividades. Sin embargo mi ajetreo en la cocina me impedía participar en éstas, por lo que la finalidad de ir de campamento cayó en saco roto. Apenas participé de nada. Me perdí el día del disfraz. O sea, un día en que los scouts se disfrazaban, previo acuerdo en Cádiz.

Al menos me consuela pensar que mi no participación, propició que pudiera dejarle mi disfraz a un chaval que se había dejado el suyo. La chavala que estab loquita por él, me lo dijo. Yo de buen grado accedí. Era un disfraz de troglodita. El cura D. Ernesto, se había hecho una careta de hechicero. Mientras ellos se divertían haciendo guerrillas de tribus, yo muerto de envidia me quedaba en la cocina atendiendo lo que hiciera falta.

En 1.980, después del campamento anterior, me apunté en los scouts. Al estar a punto de ser mayor de edad, entré en el clan antílope rojo. Sin embargo teníamos muchos problemas internos. El jefe quería hacer las cosas de una forma, y otros las querían de otra. Nuestro jefe de clan era el colmo de lo absurdo. Sus pretensiones eran demasiado extrañas. Debió olvidar que ya no éramos chiquillos. Entre ellas pretendía que a las reuniones fuéramos con el uniforme. Algo que a nuestra edad no nos hace ni pizca de gracia. En fin, que de 40 y tantos que éramos al empezar la ronda solar, quedamos menos de 20 en la siguiente ronda. El grupo iba en declive a toda pastilla.

En cuanto a ir de campamento, se acordó que el clan no iría con el grupo. Sin embargo, yo sí fuí, al igual que dos chavalas. Estas irían de ayudantes, y se encargarían de escribir cosas divertidas y cotilleos en tablones para que la gente se riera. En cuanto a mí, le pregunté al jefe de grupo si podía ir, pero sin ésta vez sin ser pinche de cocina. Este dijo que sí, y que ya pensaría algo para mí.

Esta vez el siguiente campamento fue también en Cazorla. El jefe me mandó con los comandos, unos chavales entre los 15 y 17 años.

Sin embargo al 2º día, éstos, se fueron de marcha. Antes de irse acordaron pasar de mí. Algo que me comunicó su jefe, un chaval que habí estado conmigo en 1.975 en Benaocaz. Me hizo saber que si por él fuera, me llevaría, pero que eran muchos los que no me querían con ellos. La verdad es que no me molestó. Al contrario. Me alegré. Tenían una merecida fama de engreídos. El año anterior, querían ir a unos cursos de supervivencia a Santander, pero no tenían dinero. Se hartaron de vender papeletas y lo consiguieron. Cuando vinieron se creían distintos a los demás. A saber el lavado de cerebro que les habían hecho. Por mí encantado de perderles de vista, a mi entender ya había quedado muy claro el espíritu scout que tenían. Nuestro lema era hacer el bien a los demás, pero era evidente que pasaban de ello. Si lo pienso, a lo mejor me tocó pagar el cabreo que le tenían al clan, y por incordiarlo me incordiaron a mí. De hecho, tenían una cuenta pendiente con nosotros, por un suceso desagradable ocurrido en Navidad, en el Bosque. Así que dadas las circunstancias, fuí a parar otra vez a la cocina. La cocinera al verme sin el grupo, me preguntó por lo ocurrido. Por ello me llamó. Otro campamento perdido.
De hecho, fue el que menos me gustó. A la hora de formar el grupo entero. Tal y como acostumbrábamos, cada grupo se presentaba y coreaba su presentación. Sin embargo, en teoría, el clan antílope rojo no estaba presente. Por ello me soprendió cuando el jefe me miró, pretendiendo que yo (sí, yo) presentara al clan. Al hacerlo mis otras dos compañeras se reían muy cortadas, provocando la risotada de muchos. Yo me quedaba de piedra ¿Y porqué tenía que hacer la presentación yo? Además, una de las dos chavalas, llevaba la pañoleta por haber hecho la promesa, cosa que no tenía ni la otra ni yo ¿No hubiera sido más justo que fuera ella la que presentar al clan? Que repito; "oficialmente" no estaba presente, ya que nuestro cargo era de auxiliares del grupo. Pués ya digo. Erámos la carcajada general, y acabé por cansarme y decidir soportar las miradas de cabreo del jefe, y guardar silencio en el momento de presentarlo.

Pocos días después de finalizado el campamento, fui al charco de los Hurones, con el clan. Eramos unos 5 ó 6. A veces venían a vernos, y al rato se iban. Lo pasé más mal que bien. Mi jefe me tenía quitando piedras para tenerme entretenido. Era un mal jefe. Admito que si hay un tío aburrido hay que darle una distracción, pero ponerlo a quitar piedras a él solo es una canallada. Así se lo dije, pero me señaló a los demás y dijo:

-Ese está leyendo un libro, ese otro está haciendo nudos, ese de allí está limpiando el coche. Así que te tocó.

No me pareció justo, yo también tenía un libro que leer, y de buena gana me habría quedado con Juanillo haciendo nudos. Un jefe que se precie de tal cargo, debe hacer partícipe de las actividades a todos por igual, si no, ni es jefe ni es nada. Con razón el grupo estaba en plena decadencia y desmotivado. Por su culpa sobre todo.

Al atardecer fuimos a dar una vuelta por el pueblo. Cuando íbamos de regreso, el jefe nos dijo:

-Regresad vosotros. Este y yo nos quedamos aquí para hacer unas compras.

Se me olvidó mencionar, que habíamos acampado en un claro. Pero para poder pasar habíamos apartado unas matas para no pincharnos y reconocer el camino. Así que acordándome de la faena de las piedrecitas, decidí darle un escarmiento. Lo sentí por el otro que iba con él, que fue quien me aconsejó que no me esforzara mucho con las piedras, pero el diablo me había puesto la ocasión al alcance de la mano, y no iba a desperdiciarla >:)

Lo más probable es que averiguaran que había sido yo, pero al hacerlo, también imaginarían el motivo por el que lo hice, y por ello sabrían que no fue por capricho, sino para escarmentar al tirano.

Como íbamos en fila india y yo era el último, pude hacer mi plan sin interferencias. Puse las matas en su sitio otra vez. Así, tardarían en reconocer el camino, y los tendría un ratito dando vueltas. Curiosamente no me pinché ni una sola vez. Serían las 5 y media aproximadamente.

A eso de las 8 y media empezó a oscurecer, y aún no habían venido. Empezamos a preocuparnos. Yo ya empezaba a temer que se me hubiera ido la mano. De repente, los vimos, y ocurrió ésto exactamente:

-¡Soys unos cabrones! Dijo el jefe.
-¿Porqué? Dijo Juanillo muy extrañado
-Porque habéis puesto otra vez las matas en su sitio. No encontrábamos el camino, y además nos hemos pinchado.
-Un momento, yo era el primero, y todo estaba bien. Dijo Juanillo.

Los otros dos confirmaron lo dicho por él. Yo que era el último opté por callar. Me miraron con mala cara.

-Ah, pués parece que el último es el que sabe algo. Dijo Juanillo con una leve sonrisa.

Poco más que añadir, únicamente, que nos encontramos con unas chavalas de campamento por ahí. Eran de Cádiz, como nosotros, y nos conocían de vista. Nos pusimos a charlar con ellas. Quedamos con ellas, y si pasaba algo....que pasara. Eran una menos que nosotros. Así que nuestro jefe que tenía novia quedó en sacrificarse. Pero estaban al cargo de unas monjas, y éstas con cierto humor diplomático, pero cargado con segundas sanas intenciones, no permitieron que nos hicieran la visita previsa :(

También estuve de campamento en Navidad, quizás en 1.980 y 1.981, durante tres días en El Bosque. Sin embargo cayó un chaparrón que nos dejó prácticamente todo el día metidos en un colegio que había allí y que se habían brindado a ofrecernos para poder dormir. Lo cierto es que fueron irrelevantes y muy parecidos. Por ello los confundo. Unicamente mencionar que en uno de ellos, el clan sufrimos un ataque nocturno. Alguien se había acercado a nuestro campamento mientras dormíamos y se había puesto a tirar petardos y puso nuestras mochilas colgadas de los árboles. Yo no me enteré de los petardazos, pero sí vi mi mochila colgada. Lo curioso fue que nadie se levantó a mirar.

En el campamento habían unos scouts de Sevilla, al que los comandos de Cádiz acusaban de ser los autores de nuestras desgracias. Muy enfadados, decidimos preguntarles, pero llegamos a la conclusión de que eran inocentes. Entonces los comandos, especularon con que había sido la tropa. Pero el resultado fue negativo. Mientras eso ocurría, el jefe de clan al subir por un monte resbaló y cayó al suelo. Atontado, aún tuvo tiempo de ver con horror como una enorme piedra bajaba rodando rumbo a su cabeza. Su elección fue simple; Su cabeza o su brazo, Por lo tanto puso el brazo para cubrirse. Esa fue la explicación que nos dió cuando le preguntamos porqué tenía el brazo escayolado. Sus desgracias no acabaron. Cogió un resfriado enorme que le impidió hablar. Tuvo que pasar el resto del campamento en la enfermería y nombrar otro jefe. Este otro, pensó que los culpables de los petardos eran los comandos. Al fin y al cabo, ellos eran los que nos sugerían quienes podían haber sido. Así que organizamos una expedición para castigarlos mientras estaban con los demas. Nos hartamos de andar, ya que habían montado su campamento a unos 8 kilómetros del pueblo. Nos cogió la noche, y tuvimos que iluminarnos con linternas.

Así que al llegar, cogimos las mochilas de ellos, y las vaciamos, mezclando los contenidos de uno y otro. Uno de los nuestros, quiso desmontar la tienda, pero nuestro jefe se lo impidió, poniendo otra vez el mástil en su sitio. Pero como era de noche no veía bien, e hizo un boquete en la tela. Los comandos, cuando vieron el desbarajuste se les cayó el mundo encima. Lo pasaron muy mal para distinguir sus ropas cada uno de la suya. También se rompió una armónica, a la cual uno le tenía mucho aprecio. Tuvimos que pagarla y coser la tienda. Nuestro enfermo jefe no era muy brillante, salvo cuando se ponía a cantar o tocar la guitarra, pero yo estoy seguro de que no habría permitido una expedición así. Finalmente los culpables de los petardos, resultaron ser los peces gordos del grupo. Después de leer ésto, creo que queda claro el "aprecio" que los comandos sentían por nosotros.

También fuí a Madrid a un festival de la canción scout, no recuerdo si en primavera de 1.981. fueron 3 días, y visitamos el valle de los caídos, entre otros.

Mi último campamento fue en Benidorm en abril de 1.982, en una congregación de scouts de toda España. Recuerdo que fuimos a un parque de atracciones, y al pasar descuidadamente junto a una atracción, se me enganchó el pantalón y me hizo un boquete. Por suerte llavaba un jersey. Me lo amarré y no se notó. La que sí lo notó fue mi enfurecida hermana, ya que estaba cerca de mí, y los pantalones eran suyos, casi sin estrenar.

Después de eso, yo esperaba dejar los scouts, pero no los iba a dejar con despedidas ni nada parecido. Aprovecharía que me había metido voluntario en la mili. A finales de mayo me llamarían para ir a Cerro Muriano al cuartel de instrucción. Era la ocasión adecuada para dejar que el clan se siguiera derrumbando sin tener que soportar despedidas ni explicaciones. En verdad que ya estaba más que harto de tan desmotivado grupo. Al menos, me había servido de experiencia, y cuando el primer fin de semana en Cerro Muriano nos dijeron que nos teníamos que quedar y no nos daban permiso, hubo muchas caras largas, e incluso lagrimones. Yo no. Estaba moralmente preparado, gracias a los campamentos. También quiero agradecer a Juanillo, el acceder a cambiarme las trinchas que me robaron en la mili. Solo fuimos capaz de encontrar unas de color oscuro de la guardia civil, que evidentemente no me servían para hacer las guardias. Mi hermana hizo correr la vozz entre los scouts, y Juanillo accedió a cambiarlas. Un gran detalle, sobre todo si tenemos en cuenta el aprecio que se le tienen a las cosas que te acompañan en tus momentos claves.

Gracias Juanillo.

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Anónimo -

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